14.5.09

El fincipio

Camina por la calle, bajo la lluvia y sus ojos miran el sol. La selva a su alrededor lo observa con atención. Los faroles se confunden con las luciérnagas, se detiene en un semáforo y luego cruza el río entre las piedras. La densidad de los árboles se vuelve incitante, desde las ventanas arrojan cristales, las luces se apagan y la luna cae en la espesura. Los aullidos de mil faunos lo conducen al silencio. Atraviesa un portal y pide un pasaje.

- Un pasaje al núcleo por favor
- Sí, aquí tiene.
- ¿Cuánto es?
- ¿Cuánto? Digamos simplemente que es
- Pero ¿cuanto le debo?
- ¿Usted debe algo?
- Mhh…
- ¿Tiene dudas?
- No. ¿En que andén espero?
- Si quiere esperar esperé en el que quiera esperar
- Me está cargando
- Si se considera una carga eso es bastante posible
- Lo que quiero decir…
- Dígalo
- ¿Dónde para el tren que va hacia el núcleo?
- No era tan difícil decir lo que quería decir ¿verdad?
- Verdad – Silencio -¿Entonces?
- Entonces…
- ¡¿Dónde para el tren que va hacia el núcleo?
- ¿Dónde para? No para
- ¿Y como me subo a un tren que no se detiene?
- Si le respondo todo no habría diversión ¿verdad? ¡Que disfrute su viaje!

Nace un ser…
¡Todos a bordo!

Buenos Aires 13 – 5 – 2009

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